Veinticinco días de lluvia es para mí el paisaje emocional de mi madre, de su exquisito mundo interno, un viaje sensorial profundamente humano y femenino… El cine se le emulsionó en la retina desde niña, cuando mi abuelo Salvador la subía por las escaleras de mármol de su cine, hasta la sala del proyectorista. Como en Cinema Paradiso. Desde esa habitación de la infancia escribe su prosa poética tan cargada de imágenes.
LUCIANO ERNESTO RUGGERI
Al lector o lectora no le queda más opción que ir reconstruyendo deliciosamente Veinticinco días de lluvia, ser Hansel y Gretel recorriendo el camino inverso al trazado por la autora, levantando las miguitas de pan que sutilmente ella dejó. Imposible resistirse a la tentación de entrar en Almejas y degustar de esta novela diseñada con precisión y bellamente escrita.
MARÍA BELÉN BENITO
