Imaginen el escalofrío que una puede haber sentido, posicionada en esta tradición, cuando abre el libro de Víktor Gómez y aparece de golpe el título: ¿Bailás? Le dice la soga al ahorcado. La lectura empieza en ese salto: de pronto, la muerte es la niña-soga que pide permiso para bailar al niño que se muere. [...] Así, maternal y política, desde el sueño de una hermandad numerosa, la escritura de Víktor Gómez lo mismo revesea: descose y cose en este no-mundo roto de camisa estrecha. Niega, busca al otro, en el otro, del otro lado, donde la mirada del ciego, donde la velocidad del mutilado, la claridad de la piel embarrada o del yo más sucio: magia frente a realismo.
Luz Pichel
